En ocasiones, y casi sin saber cómo, nos vemos sumergidos en una oscuridad espesa y estéril que nos hace sentir perdidos.
Si tenemos la fortuna de encontrarnos con una luz que nos ilumine, nos sentiremos reconfortados, seguros. Lograremos ver el camino , retomaremos el rumbo. Incluso podremos descubrir pequeños detalles que ni imaginábamos que existieran.
Este tipo de luces: amables, suaves y ciertas, siempre nos acompañarán si somos capaces de mantenerlas encendidas a nuestro lado:
♥ Un amor que nos quiera bien, ♥ Una persona en quien confiar, ♥ Un acompañante honesto…
Pero, a veces, llegan luces que inesperadamente nos deslumbran. Quedamos fascinados por su intensidad y no podemos ver nada más.
Cuando esto sucede, el camino que buscabas se diluye en esa luz. Impactados y a ciegas, como un gato atropellado por el coche que le deslumbra, soltamos irremediablemente las riendas de nuestras vidas y nos perdemos.
De la misma manera que nos perdimos en la oscuridad, cuando nos deslumbran, quedamos perdidos en un mar de luz.
Busquemos luces que nos iluminen, que nos acompañen. Reconozcamos y evitemos las que nos deslumbran, las que nos ciegan.
Seamos dueños de nuestro destino.
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