La ansiedad y el estrés laboral suelen acrecentarse cuando aumentan las dificultades para conciliar vida familiar y laboral.
Entendemos por ansiedad de separación al malestar del niño al alejarse del contacto con su madre (o de la persona con la que tenga el vínculo de apego).
Una inmensa cantidad de madres se separan por primera vez de sus hijos a los 4 – 5 meses de vida. Se acaba su baja de maternidad y viene la reincorporación laboral. Un bebé de 5 meses es aún muy vulnerable, y así lo viven sus madres.
Aún así, hay madres que (con cierto pudor) expresan sentir alivio al reincorporarse a su puesto de trabajo, pues para su satisfacción vital necesitan “algo más” que estar dedicadas al cuidado de sus hijos.
Otras madres, realmente sufren la ansiedad de separación, mucho más que su propio hijo. Hay quien dice, entre humor y cierta razón, que son las madres quienes realmente padecen esta situación. Para ellas:

El apego es esa sensación de vínculo único, especial entre dos personas, en este caso entre madre e hijo
Pautas psicológicas para incorporarte al trabajo tras la baja maternal:
1. Evita inocular a tu hijo tu sentimiento de pérdida. Los niños lo captan todo. Sentirás todo tipo emociones mientras te desprendes del contacto de tu pequeño. Cuídate y cuida a tu hijo de emociones que te abrumen, y procura en la medida de lo posible que no repercutan en tu contacto con él. Estas emociones y sentimientos pueden ser: culpa, tristeza, rabia, celos, miedo, rivalidad …
2. Revisa y procura cambiar creencias limitantes para ti y tú bebé: ¿es mejor madre aquella que siente culpa o tristeza al separarse de su hijo? ¿Está desnaturalizada aquella que deja a su hijo en la escuela infantil con alivio? Si la respuesta es “Sí”, conviene revisarlas, porque estas creencias erróneas limitan tu bienestar y el de tu niño.
3. Evita compararte: no hay dos personas iguales, ni dos relaciones madre – hijo iguales. La relación con tu hijo es única y especial, y no es comparable a ningún otro vínculo que pueda tener, independientemente del número de horas que paséis juntos.
4. Recuerda que a los 8 meses de edad el niño desarrolla el vínculo de apego, de modo que cualquier cambio en la relación con su madre, durante este período puede tener efectos más acusados en su emocionalidad. Ciertas nociones de psicología evolutiva no te vendrán mal, pero ojo, sin obsesionarte!. Ya que la maternidad es de por sí una experiencia que favorece comportamientos obsesivos.
Los rasgos de personalidad pueden heredarse genética y ambientalmente. Cuida la parte que está en tu mano.
5. Sentido común: prepararte de manera gradual tanto emocional como logísticamente para tu reincorporación laboral. Procura que los cambios estructurales en la vida de tu hijo sean progresivos.
6. Criar a los hijos supone múltiples gratificaciones y mucho esfuerzo, preocupación y renuncia. Evita que te afecten discursos simplistas e idealistas sobre la maternidad. Date permiso para sentir saturación de vez en cuando, sin atascarte en esa sensación, para poder sentir el gran arco iris emocional que es ahora tu vida. Es contraproducente negar sentimientos, porque es negarte a ti misma. Cuanto más aceptes e integres tus emociones te será más fácil manejar ciertas situaciones.
Eres un modelo de personalidad y comportamiento para tu hijo, no te inhibas.
7. En la misma linea respeta todas tus emociones, procurando manejar aquellas que puedan afectar negativamente a tu hijo. Si tienes ganas de llorar, llora, si necesitas desahogarte, busca apoyo para hacerlo. Eres una montaña rusa emocional, acepta que no controlas completamente tu estado emocional, no te pelees con la fuerza de tus hormonas.
8. Ojo con sobre – compensar tu ausencia con excesos de atención o protección a tu hijo. No cambies tus pautas de atención y cuidado. Mantén la naturalidad y la alegría de estar con eĺ. Sé firme en este punto.
9. Ahora más que nunca: aprende a priorizar y a delegar y a pedir ayuda. Revisa tu nivel de exigencia en las tareas domésticas y laborales. Si el perfeccionismo y el “nadie hace las cosas como yo” están en tu pensamiento, es momento de revisarlo.
10. No te olvides de ti misma. Es importante para ti y tu hijo que busques un momento para ti, aunque sea a última hora de la jornada: un espacio para ti misma y/o tu pareja son esenciales, te ayudará a mantener tu integridad emocional y autoestima, como mujer y como persona.
11. La importancia de los límites a tu hijo. Una madre que le cuesta poner límites a su hijo es porque en realidad tiene dificultades con los límites consigo misma. Los niños necesitan límites durante toda su crianza. Si tu hijo tiene la sensación de vencerte y rebasar tus límites, también tendrá la sensación de que no eres todoprotectora, pues inconscientemente, su organismo asocia: “si yo puedo con mamá cualquier otro peligro podrá con ella”
Y para terminar, el punto más polémico:
12. Toma conciencia de tu deseo de percibir que a tu niño le duele separarse de ti, así como tus celos y rivalidad de su vínculo con otros cuidadores (sobre todo si ese otro es papá!). Este delicado aspecto, tan natural como legítimo, es sentido por muchas y negado por algunas mamás. Conviene tomar conciencia para manejarlo adecuadamente y no afecte al sistema familiar.
Para tu tranquilidad te diré que este controvertido sentimiento, tiene un sentido evolutivo adaptativo, gracias al cual las madres de nuestros ancestros se apegaban a sus crías asegurando su supervivencia. De modo que tranquila, su origen es muy positivo.