Muchas veces en la vida nos planteamos ponernos a dieta para perder peso, con el propósito de estar más sanos y más bellos.
La mayoría de esas veces fracasamos, con el consiguiente sentimiento de culpa y de ineficacia: “yo no puedo con esto”.
Mientras tanto, las multinacionales vendedoras de planes de adelgazamiento y productos dietéticos se enriquecen a nuestra costa.
Has de saber que todas estas empresas que te ofrecen una solución para perder peso quieren que fracases en ello, y que asumas que la culpa es tuya, ya que si tú y el resto de clientes tuvieran éxito en sus dietas a ellos se les acabaría el negocio!
En la mayoría de los casos, la solución para perder peso no está en la comida, ni en la dieta, la solución está en cómo manejas tus emociones y tu ansiedad. Sin obviar que hay personas que consumiendo apenas 1.000 calorías siguen ganando peso, dicen los expertos que engordamos porque comemos mal. ¿Pero qué es eso de comer mal?. No se puede comer ni mal ni bien, en todo caso se puede comer o no comer, o comer buena o mala comida, pero si pensamos que comemos mal, ya estamos cargándonos de culpa, porque nos estamos lanzando el mensaje de que hay algo que hacemos mal.
La mayoría de las veces que no podemos controlar el impulso por comer, tiene que ver con la ansiedad que inconscientemente sentimos y creemos erróneamente mitigar a través de la comida.
El problema no es la comida, ni el hambre, el problema una vez más es nuestra ansiedad. No es necesario sufrir un trastorno de ansiedad para relacionarse de forma ansiosa con la comida. Por ello las dietas de adelgazamiento nos provocan tanto malestar: porque aumentan nuestra ansiedad, ya que nos privan de la posibilidad de comer compulsivamente a nuestro antojo. Recuerda que la ansiedad es un síntoma del organismo que nos dice que hay algo en nosotros que no está siendo atendido adecuadamente.
¿Pero cómo saber si comemos por hambre o por ansiedad?
Te doy algunas pistas.
– En una comida con más gente, sirven tu plato el primero, y aunque no tengas demasiada hambre, te cuesta mucho esfuerzo esperar a comer hasta que el resto de comensales están servidos.
– Mientras masticas la comida tus manos están ya ocupadas preparando el siguiente bocado.
– Eres incapaz de comer despacio.
– Cuando comes a solas necesitas tener la tele encendida.
– No puedes evitar picar mientras preparas platos elaborados.
-Te consideras una persona de hábitos irregulares: tienes épocas que comes muy poco, y épocas en las que te pegas muchos atracones.
– Toda la vida te has pegado atracones, especialmente en la adolescencia.
-El primer sitio que visitas al llegar a casa es tu nevera
Si varios de estos puntos (basta con 2 ó 3) son recurrentes en tu vida, significa que te relacionas de manera ansiosa o compulsiva con la comida, es decir que la principal motivación para comer no es el hambre sino tu ansiedad. La solución no está por tanto en hacer dietas, ni en aprender a comer (a pesar de que tu dietista haya insistido en lo contrario), la solución está en hacerle frente a la ansiedad, para que ésta no boicotee tu relación con la comida. La ansiedad con la comida se trata como cualquier otra compulsión y por supuesto tiene tratamiento .
Las personas que comen compulsivamente, suelen realizar además otro tipo de comportamientos ansiosos o compulsivos, como por ejemplo
– Morderse las uñas.
– Fumar muy deprisa y/o intensamente.
– Caminar deprisa innecesariamente.
– Beber deprisa.
– Limpiar la casa de manera meticulosa, casi obsesiva.
– Revisar el móvil o internet (incluidas redes sociales, foros etc) compulsivamente.
Si después de leer este artículo te has dado cuenta de algo, te doy la enhorabuena, y te invito a que pidas ayuda.
Hay muchas maneras de manejar la ansiedad, ya es hora de que tú controles la comida que comes, y no que la comida te controle a ti 🙂
Y si prefieres unos consejos prácticos para atajar el problema a corto plazo entra en el siguiente enlace y mucho ánimo!
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