Dice el dicho que dos personas no discuten si una no quiere, como si fuera tan fácil evitar caer en las provocaciones de alguien que busca el conflicto!
Lo mismo sucede con la competitividad. Cuando tenemos la sensación de que alguien compite irrazonablemente con nosotros, probablemente sin darnos cuenta, estamos alimentando su actitud de rivalidad. Esto no quiere decir que sea fácil evitarlo, pero no imposible.
Normalmente pensamos que la responsabilidad sobre una pugna la tiene quien la ha empezado, sin darnos cuenta que algo de nuestra actitud podría estar reforzando el comportamiento del rival.
Cuando alguien compite por algo objetivo, como un ascenso laboral, es fácil identificar su actitud, y por tanto decidir si nos compensa rivalizar por ello.
Sin embargo, cuando el objeto de disputa es algo subjetivo, como popularidad, afecto, reconocimiento, protagonismo o liderazgo, nos resulta más difícil manejarnos, especialmente en el trabajo, donde se puede convertir en un factor de estrés laboral.
Saber competir es necesario, de hecho todos aprendimos a competir desde niños: al principio disputándonos el afecto que mamá repartía entre papá y nosotros, luego por la atención que ambos le mostraban a nuestro hermano menor…
Competir es natural y necesario para sobrevivir, pero deja de ser saludable cuando nos genera más insatisfacciones que logros, y esa es la competitividad que queremos frenar, porque nos desgasta emocionalmente.
Te propongo un ejercicio:
- Cuando leíste el título de este artículo “cómo librarte de gente competitiva” ¿en quién pensaste?
- Ahora reflexiona: ¿en qué rivaliza esta persona contigo? o ¿qué habilidad tuya por insignificante que sea le gustaría poseer? o ¿Qué cualidad tuya hace que esa persona pierda la exclusividad sobre esa cualidad?
Quizá belleza, popularidad, afabilidad, asertividad, autoestima…
- Cuando lo tengas claro, intenta recordar 2 ó 3 momentos en los que te diste cuenta que esta persona competía contigo.
- Ahora intenta recordar qué sentiste y pensaste… y sobre todo ¿cómo reaccionaste?
- ¿Hay algo que podrías haber hecho o dejado de hacer para frenar la competición? (no tanto al inicio sino durante el desarrollo).
- ¿Qué te hubiera supuesto haber hecho algo? o más concretamente ¿a qué tendrías que haber renunciado?
- Si tienes una respuesta para el punto 6… Enhorabuena! Te has dado cuenta de cómo te enganchas a la neurosis de esa persona que compite constantemente contigo. Ahora ya puedes dedicar esa energía que gastabas en librar una batalla ajena a algo productivo para ti, con lo que te librarás de buenas dosis de ansiedad y estrés.
Y… si aún no tienes claro por qué esa persona compite contigo, te animo a que observes cómo caes en el juego de competir con ella aun en contra de tu voluntad.
Si después de esto no se despejan tus dudas, cuéntamelo por correo b.alvarezpsicoterapia@gmail.com y veré cómo ayudarte 🙂