Ser madre trabajadora y no morir de Culpa

Han pasado 16 semanas después de ese día único, el nacimiento de un hijo. Ya sea el primero o el undécimo, es el día que siempre se recordará, por sus emociones y sus anécdotas y a cada hijo se le contará cómo fue y cómo ha pasado el tiempo.

Maitena, la genial historietista e ilustradora argentina, ha ahondado con humor y emoción en estos sentimientos de las mamás trabajadoras que generan normalmente tremendas contradicciones, muy recomendable

Maitena,  ha ahondado con humor y emoción en estos sentimientos de las mamás trabajadoras que generan normalmente tremendas contradicciones

Y digo 16 semanas  porque ese es el máximo que la madre trabajadora puede disfrutar de su maternidad al 100%. En esta ocasión vamos a centrarnos en las sensaciones y sentimientos encontrados que tiene una mujer trabajadora que acaba de ser madre.

Lo habitual en muchas mujeres es no renunciar a sus diferentes facetas. Desean mantener su puesto de trabajo, porque son profesionales realizadas, por independencia económica o simplemente porque su sueldo es imprescindible. A su vez desean estar con su bebé. 16 semanas en un ser humano es igual a un conjunto de fragilidad, ternura, necesidades muy básicas y demanda de calor maternal. El encontronazo que suponen esas dos “no renuncias” es claro: la ansiedad y la culpa para la madre.
¿Cómo transitar este duro camino? Las recomendaciones son tan útiles como básicas.

Intenta sacarle el máximo partido a cada momento. La vuelta al trabajo supone el reencuentro con compañeros, las charlas de adultos y la puesta al día en la actualidad que quizá hayas perdido de vista. Además, el proceso que has pasado te ha hecho más proclive a relativizar los pequeños problemas, ya casi nada será para tanto, y estarás más inmunizada para el estrés laboral. Has evolucionado al adquirir la gran responsabilidad que supone traer a la vida a un ser humano.
Y cuando llegue el momento del reencuentro con tu bebé, que no haya nada más que te disturbe. Disfrútalo sin complejos, sin culpa. Ríete con él, abrázale, bésale…no pierdas el tiempo lamentándote. Es la mejor herencia que le puedes dejar, y aunque creas que de mayor él no recordará esos momentos… te digo que conscientemente no, pero su organismo registrará tus besos, tu olor, tu alegría por verlo…  y también tu tristeza, tu culpa, tu ansiedad … así que no dejes que tu cuerpo le transmita emociones que ninguno de los dos merecéis.
Date permiso para sentirte mal. La reciente mamá ha pasado tremendas turbulencias hormonales. Esto genera altibajos emocionales muy fuertes que unas mujeres acusan más que otras. No te censures si esto es lo que te sucede, porque es lo más normal. En este sentido la faceta laboral te puede ayudar a “distraer” esos altibajos, sobre todo si puedes contar con el apoyo de compañeros que te comprendan y te ayuden a reir o a desahogarte cuando lo necesites. Cuando estés con tu bebé y te sientas mal, no dudes en solicitar ayuda a tu pareja, a un familiar, a amigos. Ellos te ayudarán con el bebé para que puedas relajarte, dar un paseo, charlar por teléfono…lo que te pida el cuerpo.
Cuidate. Muchas veces la falta de tiempo que conlleva ser mamá trabajadora, hace mella en tu faceta de mujer. No lo aparques. Encuentra esos minutos para cuidarte, no necesitas demasiado tiempo y puedes pedir ayuda a tu entorno o a otras  mamás en tu situación para que se queden con tu bebé un ratito. Si eres deportista, puedes compartirlo con tu bebé: haz yoga con él, o da largos paseos, os encantará a los dos. Cuando crezca un poquito podréis ir juntos a la piscina o llevarlo contigo en bici. Cuidarte te hará sentir muy bien, y tu bebé se merece sentirse orgulloso de lo guapa que está su mamá.
Hoy hemos centrado la atención en la madre y el bebé, pero no me olvido de la pareja. Es un tema que con la llegada de la maternidad se vuelve más complejo. El vínculo materno-filial es tan poderoso que la pareja corre el riesgo de pasar a un inmerecido segundo plano. Ten cuidado con eso, lo abordaremos en otra ocasión, ahora sólo un consejo: recuerda que tu pareja es tu aliada y tu cómplice. No olvides que tiene un papel fundamental, no sólo como papá, sino sobre tu propia maternidad, que es «apoyarte en manejar tus propias emociones», pero esto será para el siguiente artículo sobre maternidad.

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