La piel del otro

-¿Pedimos bizcocho de chocolate?

-Genial…con este frío que ha venido de repente…

-Pues como te decía, aparte de la broma de querer cambiar mi vida por un día por la de ese famoso, últimamente pienso que por quien me cambiaría, a veces, es por Celia.

-¿Por Celia? ¿Tu compañera de trabajo? No me lo puedo creer…Con lo divertida y lo positiva que eres tú y ella parece que está siempre enfadada con el mundo.

-Precisamente. Celia es una persona que cada vez que alguien súbitamente le dice un improperio o una impertinencia, ella responde rápidamente con un improperio mayor, más certero aún que el recibido y deja a la otra persona muda. Vamos, a ti también te ha pasado por muy terapeuta que seas. ¿Cuántas veces te has quedado más cortada que un 8 cuando sin venir a cuento de nada alguien te ha soltado una bordería? 

-Me dejas pasmada.

-A ver, no es que no me guste mi manera de ser, pero a veces, cuando me topo con gente que agrede verbalmente me gustaría reaccionar a tiempo con una buena contestación, para ponerles en su sitio, pero cuando quiero reaccionar, ya es tarde, y eso me da rabia.

– ¿Pues sabes una cosa?, que esta pericia que tu ves en Celia es fácilmente entrenable. No te imaginas cuánto, ¿quieres que te enseñe cómo hacerlo?

-Sí, claro.

-Bien, pues empecemos por el paso número 1, si le pones empeño en 15 días habremos pasado al 2. De modo que atenta:

Durante los próximos días, presta atención a todos los errores que cometas, observa todos tus defectos minuciosamente e intenta recordar todos tus sueños no cumplidos… anótalo todo en una libreta, y busca un buen insulto para ti misma por cada uno esos fallos. Si no te sientes inspirada, puedes acudir al diccionario de sinónimos de la RAE, o en caso de que te hiciera falta (que no creo) pregúntale a Celia, ella te ayudará gustosa a inspirarte…

-Pero ¿y eso?

-¿Quieres ser como Celia o no?

– Sí, quiero, pero  no quiero tener que agredirme a mí misma para lograrlo.

– ¡Ajá! y ¿cuál crees que es la fuente de inspiración de Celia, para estar siempre en guardia, con el hacha de guerra, para defenderse de todas esas personas impertinentes? Casi todo aquello que le decimos al «otro» al menos, alguna vez, nos lo hemos dicho a nosotros mismos.

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